Existe una bombilla en un parque
de bomberos de Livermore, California que lleva encendida más de cien años. Lo que inmediatamente me ha llevado a
preguntarme: ¿por qué cada año tengo que comprar bombillas nuevas para mi
habitación?
La respuesta sencillamente es que
a los fabricantes de bombillas les interesa que compres cuantas más bombillas
mejor. Está claro que no vas a comprar bombillas si las que tienes te
funcionan. Es por eso que las programan para que el filamento no dure más de
1000 horas y que por tanto el consumidor tenga que adquirir nuevas bombillas
periódicamente. Me diréis que a pesar de durar menos son más baratas, todo no
se puede tener. Oh, claro, más baratas, qué estúpido soy... A estas empresas
(ellas saben a quién me refiero) les digo: métanse sus precios “bajos” por el
ojete y luego hablamos.
En este texto parto de la premisa
de que el dinero no es un indicador fiable para la medida de la riqueza de una
persona, de un país, de un continente o incluso del mundo. Básicamente porque
el dinero lo crean los bancos centrales a partir de la nada, cuando les viene
en gana; y luego lo usan como si valiera más que el metal o papel y tinta con
la que están hechos, adquiriendo bienes y servicios, “cosas” reales con valor
real. El dinero solo vale en cuanto a su potencial de ser cambiado por bienes y
servicios. Que el dinero tenga valor para nosotros es tan solo un acto de fe.
Una fe mayor de la que se pueda tener en Dios o el Big Bang. Que el dinero
tiene valor per se es algo que se da
absolutamente por hecho y que muy pocos se atreven a cuestionar.
Os contaré un cuento:
Un hombre llamado Pepe
es dueño de una fábrica de sillas. Pepe utiliza 1000 Kg de plástico para
fabricar 1000 sillas (1Kg cada una). Ramón también hace sillas, pero en su
fábrica utilizan 1000 Kg de plástico para fabricar 3000.
Ocurre que las sillas
de Ramón tardan en romperse un tercio de lo que tardan las de Pepe. Entonces
Ramón fabrica otro lote de 3000 sillas para sustituir las rotas y cuando estas
se estropean fabrica otras 3000. Los clientes de Ramón vuelven a comprarle las sillas
a él porque sus sillas son baratas y no les importa comprar más. Tampoco están
pendientes de cuánto les dura una silla.
Lo que pasa es lo
siguiente:
1. Tanto Ramón como Pepe venden todas las
sillas.
2. Obtener 1000Kg de plástico les cuesta 1000€
a cada uno.
3. Tanto Pepe como Ramón han desarrollado un
proceso es tan eficiente que el coste de producción de cada silla es de 20 cents.
4. Pepe vende sus sillas a 2,5€ y Ramón a 1€
Ahora vamos a ver los
beneficios de cada uno:
A) Pepe:
B=1000
sillas x 2,5€/silla – (1000€ + 1000 sillas x 0,2€/silla) = 1300€
Pepe
no vende más sillas dado que no se las encargan. Sus clientes son clientes
satisfechos y por tanto no tienen “necesidad” de comprar más sillas.
B) Ramón:
B1=3000
sillas x 1€/silla – (1000€ + 3000 sillas x 0,2€/silla) = 1400€
B2=3000
sillas x 1€/silla – (1000€ + 3000 sillas x 0,2€/silla) = 1400€
B3=3000
sillas x 1€/silla – (1000€ + 3000 sillas x 0,2€/silla) = 1400€
BTOTAL
= 3 x 1400€ = 4200€
Al final Pepe no puede
competir con Ramón, que vende nueve veces más sillas que él y encima más
baratas. Pepe se ve en una encrucijada: o hace lo mismo que Ramón o tendrá que
cerrar la fábrica.
Fin
Os diré una cosa, haga lo que
haga Pepe el resultado es el mismo: un cambio de paradigma en el mercado. Ramón
se hace rico, gracias a un sistema (formado por millones de personas como tú y
yo) que premia a alguien que hace productos de mala calidad con dinero, con la
capacidad de adquirir lo que desee cuando lo desee. Y eso sin contar el impacto
que sus actividades productivas han causado en el medio ambiente, mucho mayor que si hubiera
fabricado productos duraderos y (muy importante) reparables.
Ramón tan sólo es un personaje
que representa a muchas grandes
compañías de hoy en día, compañías que deliberadamente fabrican sus productos
para que se estropeen a las primeras de cambio, cuando los avances en tecnología
permiten a día de hoy fabricar productos fiables, duraderos y resistentes,
manteniendo los costes y reduciendo drásticamente el impacto sobre el medio
ambiente y con ello los daños sobre la salud de las personas. Esta imagen habla
por sí sola:
A los gobernantes del mundo (no a
los presidentes, a aquellos que verdaderamente mueven los hilos New World
Order y toda esa gente) les digo: ¿Qué sentido tiene todo este “progreso”? ¿A
dónde pretendéis llevarnos y por qué? Abandonad este proyecto sin sentido si aún
os consideráis seres humanos.
Un fuerte abrazo y hasta la
próxima (esto para mis lectores).
Hola Sergio,gracias por retomar tus relatos que a mí en particular me parecen fantásticos , entretenidos y muy inteligentes . En poco tiempo has mejorado extraordinariamente, y me da una gran alegría. Tienes un gran talento y sensibilidad al contar las cosas. Te quiero, no dejes de seguir regalándonos , tus relatos . Besos y cuídate... Valentina.����
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