15 de diciembre de 2016

He vuelto a la carga!



Existe una bombilla en un parque de bomberos de Livermore, California que lleva encendida más de cien años.  Lo que inmediatamente me ha llevado a preguntarme: ¿por qué cada año tengo que comprar bombillas nuevas para mi habitación?
La respuesta sencillamente es que a los fabricantes de bombillas les interesa que compres cuantas más bombillas mejor. Está claro que no vas a comprar bombillas si las que tienes te funcionan. Es por eso que las programan para que el filamento no dure más de 1000 horas y que por tanto el consumidor tenga que adquirir nuevas bombillas periódicamente. Me diréis que a pesar de durar menos son más baratas, todo no se puede tener. Oh, claro, más baratas, qué estúpido soy... A estas empresas (ellas saben a quién me refiero) les digo: métanse sus precios “bajos” por el ojete y luego hablamos.
En este texto parto de la premisa de que el dinero no es un indicador fiable para la medida de la riqueza de una persona, de un país, de un continente o incluso del mundo. Básicamente porque el dinero lo crean los bancos centrales a partir de la nada, cuando les viene en gana; y luego lo usan como si valiera más que el metal o papel y tinta con la que están hechos, adquiriendo bienes y servicios, “cosas” reales con valor real. El dinero solo vale en cuanto a su potencial de ser cambiado por bienes y servicios. Que el dinero tenga valor para nosotros es tan solo un acto de fe. Una fe mayor de la que se pueda tener en Dios o el Big Bang. Que el dinero tiene valor per se es algo que se da absolutamente por hecho y que muy pocos se atreven a cuestionar. 

Os contaré un cuento: 

Un hombre llamado Pepe es dueño de una fábrica de sillas. Pepe utiliza 1000 Kg de plástico para fabricar 1000 sillas (1Kg cada una). Ramón también hace sillas, pero en su fábrica utilizan 1000 Kg de plástico para fabricar 3000.
Ocurre que las sillas de Ramón tardan en romperse un tercio de lo que tardan las de Pepe. Entonces Ramón fabrica otro lote de 3000 sillas para sustituir las rotas y cuando estas se estropean fabrica otras 3000. Los clientes de Ramón vuelven a comprarle las sillas a él porque sus sillas son baratas y no les importa comprar más. Tampoco están pendientes de cuánto les dura una silla.
Lo que pasa es lo siguiente: 
1.       Tanto Ramón como Pepe venden todas las sillas.
2.       Obtener 1000Kg de plástico les cuesta 1000€ a cada uno.
3.       Tanto Pepe como Ramón han desarrollado un proceso es tan eficiente que el coste de producción de cada silla es de 20 cents.
4.       Pepe vende sus sillas a 2,5€ y Ramón a 1€
Ahora vamos a ver los beneficios de cada uno:
A)     Pepe:

B=1000 sillas x 2,5€/silla – (1000€ + 1000 sillas x 0,2€/silla) = 1300€


Pepe no vende más sillas dado que no se las encargan. Sus clientes son clientes satisfechos y por tanto no tienen “necesidad” de comprar más sillas.

B)      Ramón:
B1=3000 sillas x 1€/silla – (1000€ + 3000 sillas x 0,2€/silla) = 1400€

B2=3000 sillas x 1€/silla – (1000€ + 3000 sillas x 0,2€/silla) = 1400€

B3=3000 sillas x 1€/silla – (1000€ + 3000 sillas x 0,2€/silla) = 1400€

BTOTAL = 3 x 1400€ = 4200€
 
Al final Pepe no puede competir con Ramón, que vende nueve veces más sillas que él y encima más baratas. Pepe se ve en una encrucijada: o hace lo mismo que Ramón o tendrá que cerrar la fábrica.
Fin



Os diré una cosa, haga lo que haga Pepe el resultado es el mismo: un cambio de paradigma en el mercado. Ramón se hace rico, gracias a un sistema (formado por millones de personas como tú y yo) que premia a alguien que hace productos de mala calidad con dinero, con la capacidad de adquirir lo que desee cuando lo desee. Y eso sin contar el impacto que sus actividades productivas han causado en  el medio ambiente, mucho mayor que si hubiera fabricado productos duraderos y (muy importante) reparables.

Ramón tan sólo es un personaje que representa  a muchas grandes compañías de hoy en día, compañías que deliberadamente fabrican sus productos para que se estropeen a las primeras de cambio, cuando los avances en tecnología permiten a día de hoy fabricar productos fiables, duraderos y resistentes, manteniendo los costes y reduciendo drásticamente el impacto sobre el medio ambiente y con ello los daños sobre la salud de las personas. Esta imagen habla por sí sola:



A los gobernantes del mundo (no a los presidentes, a aquellos que verdaderamente mueven los hilos New World Order y toda esa gente) les digo: ¿Qué sentido tiene todo este “progreso”? ¿A dónde pretendéis llevarnos y por qué? Abandonad este proyecto sin sentido si aún os consideráis seres humanos. 


Un fuerte abrazo y hasta la próxima (esto para mis lectores).

1 comentario:

  1. Hola Sergio,gracias por retomar tus relatos que a mí en particular me parecen fantásticos , entretenidos y muy inteligentes . En poco tiempo has mejorado extraordinariamente, y me da una gran alegría. Tienes un gran talento y sensibilidad al contar las cosas. Te quiero, no dejes de seguir regalándonos , tus relatos . Besos y cuídate... Valentina.����

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