Amor a la guerra. ¿Qué otro
motivo podría explicar el, para nosotros, absurdo proceder de estos hombres?
Quizá fidelidad y fe ciega en su líder. Quizá el deshonor que supondría
traicionar a los suyos. Fuera lo que fuera, es algo que nunca sabremos, pero
que sin lugar a dudas ha inspirado todo tipo de leyendas y habladurías.
En el año 53 a. C, Ambiorix, jefe
de los eburones, (una tribu celta que habitaba la zona norte de la Galia) atacó
y mató a un grupo de romanos que buscaban alimento en su territorio. Unos
cuantos supervivientes romanos lograron huir y llegar hasta su campamento. Al
ver lo arriesgado que era continuar combatiendo, Ambiorix decidió negociar con
los líderes romanos. Les advirtió de que algunas tribus al norte del Rin
planeaban unirse y atacar su posición y, como un buen amigo, les
aconsejó trasladarse a otro campamento para reunir fuerzas. Los romanos, confiados, accedieron. Las legiones se ponen en marcha
hacia un puesto avanzado más al sur, pero justo cuando atraviesan un valle, Ambiorix y sus hombres los atacan por sorpresa.
No hay nada que puedan hacer. Totalmente rodeadas y sin capacidad de maniobra una legión y cinco
cohortes son aniquiladas.
Así concluye la “obra cumbre”
de este líder bárbaro, perro traidor para Roma y un héroe para los suyos.
No soy tu abuela, soy tu tio Miguel Angel Diaz. En la guerra vale todo.
ResponderEliminarVaya comentario escueto que te marcas tío! jajaja
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