Calles desiertas que miran mis zapatos viejos y de agujeros
llenos, se muestran ante mí en un día que quiere acabar. El Sol me ciega, ataca
mi frente y mis ojos desde el horizonte, con una luz agradable y cálida. Ciudad
fantasma que hasta el cielo te elevas, ¿adónde ha ido tu gente? Aquella gente
que en otro tiempo solías albergar. Aquella que de vida y júbilo te hacía
rebosar y con sueños e historias tus venas llenaba. Esas venas infinitas que se extienden por
doquier y que recorro con admiración. Venas que, aunque vacías, encierran en cada unos
de sus rincones un sinfín de recuerdos inolvidables.
22 de Agosto, 2016
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